Peter Lawrie se aferró a la épica para ganar el Open de España 2008, el más emocionante, frenético, apasionante y taquicárdico de, al menos, la última década.
El golfista irlandés tuvo que escoger un camino tortuoso, repleto de obstáculos, que fue superando con paciencia espartana mediante aciertos precisos, oportunos y determinantes. Ignacio Garrido, con una ventaja en apariencia sólida al inicio de la última jornada, fue el último muro en ser derribado tras 18 hoyos de alternativas tan continuas y aceleradas que convirtieron la recta final de este Open de España en un esquizofrénico torrente de emociones contrapuestas que se dilataron hasta el segundo hoyo de desempate, la mejor manera en el fondo de concluir un torneo apasionado desde el primer segundo de juego.
El golfista español, con 5 golpes de ventaja sobre Peter Lowrie al inicio del día, no tenía al irlandés en su lista prioritaria de candidatos al título. Muy al contrario, Ignacio Garrido centraba en principio todas sus preocupaciones en Miguel Ángel Jiménez, segundo clasificado, a 3 golpes, con quien compartía el partido estelar de una jornada abarrotada por cuarta vez consecutiva de público.
De este duelo fraticida saltaron chispas desde el primer minuto. No en vano, el malagueño rubricó un birdie en el primer hoyo que precedió a un bogey de Garrido en el segundo, acciones combinadas que redujeron casi a la nada el espacio vital entre ambos a pesar de que el madrileño, capaz de reaccionar con bravura como puso luego de manifiesto en varias ocasiones a lo largo de la jornada, firmó su primer birdie en el tercer hoyo.
La tórrida batalla entre los dos golfistas españoles desviaba la atención de otros puntos de tremendo interés que, con el devenir de los hoyos, acabaron por convertirse en fundamentales tras materializarse algunos lances en el partido estelar a mitad de recorrido que obligaron a desplazar el punto de mira hacia otros lugares del campo tremendamente candentes.
Miguel Ángel Jiménez, dos veces al agua en el hoyo 10, lastimó seriamente sus opciones de triunfo en ese momento, un doble error consecutivo del que, a pesar de su excelsa calidad, no pudo recuperarse con posterioridad.
Ignacio Garrido, lastrado por su parte por cinco bogeys en los 8 primeros hoyos, perdía su privilegiado liderato a favor de una terna formada por el danés Soren Hansen, el inglés David Lynn y el irlandés Peter Lawrie, que se alternaban en la parte más alta de la clasificación conforme los aciertos y errores de cada uno de ellos se iban plasmando en sus respectivas tarjetas. Incluso el español Alfredo García Heredia, minado por dos dobles bogeys en los hoyos 2 y 3, estuvo a punto de compartir mayores privilegios en el marco de una actuación extraordinaria (4 bajo par gracias a 8 birdies posteriores) que le situó en una sensacional cuarta plaza, la misma que Miguel Ángel Jiménez.
A la cardíaca situación se sumó un redivivo Ignacio Garrido, quien tuvo la opción de zanjar por una vía más rápida tan intenso desenlace cuando erró dos putts para birdie en el 16 y en 17 (se le quedó la bola colgando del hoyo) antes de embocar uno sensacional, desde 9 metros, que dio paso a un playoff épico: grandísimo golpe de aproximación de Garrido replicado con un putt desde 15 metros de Peter Lawrie en el primer hoyo de desempate; bola al agua de Garrido en su segundo golpe en la continuación, desenlace fascinante para un torneo simplemente épico.